jueves, 12 de enero de 2017

Cuídate empezando por los pies


Los pies son esa parte tan alejada de nuestro cuerpo a la que no solemos prestar atención a menos que nos estén matando de dolor.
Son los grandes olvidados de los cuidados diarios que otorgamos a nuestro cuerpo, al sur del sur en nuestro mapa propioceptivo.
Sobre los pies recae el peso del cuerpo, sin ellos no nos conectaríamos con la tierra, sin los pies no existirían las manos.
El pie se compone de 26 huesos,  conectando estos huesos, además de diversos ligamentos,  innumerables tendones de músculos permiten la movilidad de las distintas articulaciones.
Hay tres arcos conformados en las zonas interna, externa y anterior. Cada arco tiene como misión amortiguar las presiones sobre las distintas estructuras tanto en estática como dinámica.
En la zona plantar encontramos la fascia o aponeurosis, que une el calcáneo con los dedos. Esta fascia es capaz de soportar pesos de 200 kgs antes de romperse. Es el tejido que da forma al arco interno. En algunos aspectos este arco interno se comporta como un diafragma, contrayéndose y expandiéndose según las circunstancias.
La movilidad de las distintas articulaciones puede entrenarse hasta el punto de que las personas que por distintas circunstancias no  pueden hacer uso de las manos, llegan a realizar casi las mismas actividades con ellos.
 
Cuando hay desequilibrios musculoesqueléticos pueden asentar patologías como  pie plano, pie cavo, dedos en garra, compresiones nerviosas como el neuroma de Morton, queratosis (callos) plantares o interdigitales, hallux valgus, quintus varus….
Según la medicina tradicional china sobre la planta del pie y el dorso podemos encontrar una representación del cuerpo y los distintos órganos. Este mapa es utilizado por terapeutas para tratar mediante reflexología diferentes patologías.
Más allá de su posible repercusión sobre órganos y sistemas, la reflexoterapia podal ayuda a normalizar la circulación sanguínea y linfática.

La inspección de los pies puede ser una gran ayuda para determinar el estado de salud de una persona. Por ejemplo, un pie izquierdo hinchado indica una cardiopatía congestiva, sin son ambos, retención de líquidos por diversas causas.
En otras ocasiones el estado de la piel y las uñas es indicativo de infecciones en curso, deficiencias vitamínicas, afecciones circulatorias…. En el caso de patologías como la diabetes, es esencial vigilar la no presencia de heridas ni uñas encarnadas que puedan derivar en úlceras de evolución incierta y consecuencias nefastas.
En cuanto a la biomecánica, una alteración estructural como un pie cavo, suele ir asociado a una cadena muscular posterior acortada que se traduce en rigidez y mayor probabilidad de sufrir dolores de espalda. Un pie plano por su parte, repercute de forma negativa en rodillas y caderas, favoreciendo la aparición de artrosis en estas articulaciones.
Así pues, si los pies son la base del cuerpo, como todo edificio, debe sustentarse sobre pilares robustos y firmes. Cualquier alteración, daño o desequilibrio se transmite al resto de las plantas y podría provocar el derrumbe de la estructura.
Recuerda, cuídate, empezando por los pies.
Isabel Campano
Fisioterapeuta, Centro de Mayores Asisttel-Aljarafe